Eso: que te morís. No se lo cuentes
a nadie. Los galones de mandar
se te extraviaron. Durarás en puentes
desguarnecidos. Jura en el altar
de los desharrapados: no pudiste
amarrocar, y te negaste a mesas
de pertenencia, de tenencia. Hiciste
de tu razón un huaso (¡qué bajezas
los argumentos del incomprendido,
del nulo para hacer!)... Hubieras sido
comisario cabal, pero jamás
tuviste en cuenta sino los arrestos
de la dulzura. Lívido, entre restos
de La Fijeza, te estremecerás.
miércoles, 26 de marzo de 2014
martes, 18 de marzo de 2014
EL LOQUITO
Sos el loquito. Nadie te dio el pie
para que fueras, pero vos actuás
lo mismo. Tropezás, incomodás
y no entendés muy bien pero seguís
(y en ese verbo ahora sonreís)
moviéndote, no obstante recaer
en la vergüenza cada tanto. Hacer,
por caso, el gesto inconveniente que
disgusta y descoloca al otro fue
puerta al aislamiento (aunque después,
cosa que es invariable, no podés
dejar de liberarte) y un cartel
--hético sambenito de papel--
te colocabas a vos mismo (vos,
el de los versos/yerra). Encierro y hoz
de represión castraban tu vivir,
y años pasaban, y eras de fingir
la seriedad. Y perdonarse. Ya
es hora de que deje de ser pa
cualquiera. No te encierres. Ya pasó.
para que fueras, pero vos actuás
lo mismo. Tropezás, incomodás
y no entendés muy bien pero seguís
(y en ese verbo ahora sonreís)
moviéndote, no obstante recaer
en la vergüenza cada tanto. Hacer,
por caso, el gesto inconveniente que
disgusta y descoloca al otro fue
puerta al aislamiento (aunque después,
cosa que es invariable, no podés
dejar de liberarte) y un cartel
--hético sambenito de papel--
te colocabas a vos mismo (vos,
el de los versos/yerra). Encierro y hoz
de represión castraban tu vivir,
y años pasaban, y eras de fingir
la seriedad. Y perdonarse. Ya
es hora de que deje de ser pa
cualquiera. No te encierres. Ya pasó.
martes, 4 de marzo de 2014
HORAS, LIBROS, CORAZÓN
(para Elisa)¿Y uno qué hace cuando lee?
Amiga, las horas son
pesadas, y el corazón,
que se agiganta y decae,
y que teme y se distrae,
nunca encuentra lo que busca.
Los libros son una brusca
promesa que, como hiel,
amarga y mata la miel
de las horas, y muy poco
dicen ya. Corazón loco,
que no sabe de descansos
ni de entrevistos remansos,
los libros se me alejaron:
relicario en que callaron
las ilusiones; qué más
los sostendría. Tendrás
piedad por este encorvado
lector desasosegado.
(Se van las horas; las horas
dejaron de ser sonoras.)
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