Pocas estrellas en el cielo de
mi patio. El frío, seco,
en esta noche en que no duelen ya
ni el ánimo ni el mundo
(habrá habido, hoy también, asesinatos,
tal vez una catástrofe,
y locura, y dolor, y desesperación),
baña mis piernas y mi rostro. Abril
--callado, dulce, bajo la campana
de una luz cruda que no junta muchos
insectos que digamos--
es un silencio o campo indiferente
interrumpido cada tanto por
autos y motos cuyos
motores lo parcelan: sin saber.
Abril es una senda
secreta en que confluye, más acá
de mi mente --¡meandro
inmemorial y prístino!--, un remoto
mojón de detención o eternidad;
abril es una rada
a que no llega nada
de futuro... Es entonces, guija,
que renace, tropieza el resquemor:
al musitar "llegué".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario